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Todos los que estamos locos por la serie Vikingos nos hemos preguntado alguna vez, ¿cómo sería la vida en tierras escandinavas por aquel entonces? No había calefacción cuando el rocío helaba sobre las praderas, las corrientes de aire filtraban por las grietas de las paredes, la humedad aprovechaba para helarte los huesos y la ducha caliente no era ni siquiera un lujo de los más potentes.
Pero en esas condiciones adversas se sucedían historias apasionantes para nuestros ojos modernos. En las casas de esos vikingos algún Borg hilaría desafíos al poder de algún rival, algún Ragnar disfrutaría del amor de su Lagertha y algún Rollo bebería su cerveza con arrogante actitud. Todo ello en casas construidas en madera de roble, conífera, avellano o sauce cubiertos por una mezcla de arcilla y estiércol para que resistieran a la intemperie.
Para resistir al frío no tenían reparos en dormir pegaditos. Además posicionaban una chimenea en el centro de sus viviendas y una claraboya en el techo para el escape de los humos. Este último podía estar recubierto por material vegetal, lo que les proporcionaba protección contra las lluvias y una buena forma de mimetismo en su entorno natural.
A ser posible, los vikingos, situaban sus casas sobre pendientes que proporcionaran una buena visibilidad en caso de enfrentamientos bélicos. Si un conde Haraldson quería adelantarse a un ataque enemigo, si debía proporcionar seguridad a su pueblo, era necesario que divisara las hordas adversarias con antelación. Y ese tipo de ataques eran muy frecuentes, por lo que además cercaban sus ciudades con murallas, empalizadas y desniveles que dificultasen el ingreso a los atacantes.
Por lo que resulta de los estudios arqueológicos, era común que la residencia del caudillo local se encontrara a unos cuantos kilómetros de distancia del poblado. Desde esa posición era posible garantizar mayor seguridad al señor local y, contemporáneamente, resultaba más provechoso para administrar la logística de su industria.
La casa del ‘jefe vikingo’ se diferenciaba de la del resto principalmente en sus mayores dimensiones y en las riquezas que podía albergar. Obviamente un Ragnar se podía permitir mejores muebles y adornos, con los que impresionar a los otros aristócratas y… seducir a sus amantes.
¿Y cómo viven los vikingos de hoy en día? Pues sin duda alguna, mucho mejor. ¿Qué os parecen estas casas que, aún siendo modernas, conservan elementos típicos de las tierras nórdicas. Preciosas, verdad?
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